Runela trail 2018

Perfil

Buenas de nuevo por este medio, no ando haciendo cosas muy diferentes a la habituales, ni ha ocurrido nada sobre lo que diga, de este tema tengo que escribir. Pero este pasado fin de semana llegó la primera de las citas en cuanto a competición que tenía marcada para este 2018, la Runela Trail en la Merindad de Valdeporres. Fue en su modalidad corta la RT 30 de 31,5 km con 3000 m. de desnivel acumulado. Lo que iba a ser mi trail más duro hasta la actualidad.
Sobre esta carrera ya tenía conocimiento el año pasado antes de su segunda edición pero para mi experiencia del año pasado en este campo me parecía muy dura. La empecé a seguir en las redes e informarme más y junto con más kilómetros de experiencia por monte me animé a inscribirme para su tercera edición, la de este 2018.
A principios del mes de marzo la organización preparó una quedada a la que asistí y así aprovechaba a conocer mejor a lo que me iba a enfrentar, veía el entorno y así podría sacar alguna foto, entre otras para esta entrada, porque luego en carrera cambio el chip y ni miro paisajes ni nada. Ese día ya la organización dejó un sabor de boca espectacular, pero bueno eso se merece un párrafo más adelante.

Ya metido en carrera la tarde previa fui a recoger el dorsal y la bolsa de corredor (o bolsón, galletas, morcilla, zumos, caldo, camiseta, riñonera portadorsal...), fui con la moto, el cielo estaba cubierto y hacia justo para ella, pero harto tiempo la quito con entrenar los fines de semana. Ese día pronto a la cama pero con todo preparado antes, geles, ropa, dorsal colocado en la camiseta, bolsa con ropa de cambio...
El sábado y día de carrera arriba más temprano que uno de jornada laboral, pero bueno sarna con gusto... Desayuno completo como un día de entreno, zumo de naranja, tostadas de pan, café y un par de galletas. Poco más de una hora de viaje hasta Pedrosa de Valdeporres, calentar y esperar la salida, no faltaba más para el primer reto de 2018. Según las predicciones del tiempo para la mañana era de estar cubierto y las temperaturas alcanzar como máximo los 14º


Dada la salida, cañones con confeti y hasta cajas de fuegos artificiales, procuro no quedarme muy atrás, pero sin forzar el ritmo en exceso, ya que la primera subida, la del Ventanón, es muy estrecha y llegar retrasado y pillar a alguien lento puede hacer perder tiempo.
Ventanón
Vistas desde la muela del Dulla en marzo
Cascada de la Mea
Una vez superada esta, en la cima un montón de fotógrafos y gente animando, poco más de un kilómetro llaneando y a buscar el punto más alto de la carrera la Muela de Dulla, que se culmina ayudado por una escalera de mano. Para este punto la predicción meteorológica ya era errónea, el cielo ya estaba despejado y no se cubriría en toda la mañana incluso llegando a pecar algo de calor. Pasada esta comenzamos una larga bajada, en su mayoría siguiendo un arroyo, donde adelanto a un puñado de corredores. Son varias veces las que se cruzan o coincide el arroyo con el camino a seguir hasta llegar a Quintanilla de Valdeborres, por lo que en algún punto no queda más remedio que mojarse los pies.
Una vez en el pueblo se cruza la carretera para seguir por otro sendero, donde si no recuerdo mal se cruza el último arroyo, justo antes de volver a cruzar la carretera para tomar el sendero de la cascada de la Mea, donde se pasaba por debajo, y continuábamos por sendero hasta Puentedey sin tener que volver a cruzar la carretera, hasta una vez pasado el pueblo, donde se encuentra el segundo avituallamiento, este líquido y sólido. Ahí km 16, cambio el chip, me digo que empieza la carrera, 3 km de subida que los tomo con filosofía y me pueden hacer perder más que ganar, así que a hacerlos andando. Una vez alcanzado el alto de Rojo, algo más de 5 km de bajada, pasando por Leva y Villavés donde está el último avituallamiento líquido. En él, el controlador de carrera me dice que voy séptimo, algo que me deja asombrado y me dice que quinto y sexto sólo me sacan un minuto, a lo que respondo, "no jodas, bueno con llegar sin sufrir me da igual el puesto".
Poco antes de cruzar la carretera, por última vez, hacia Quintanabaldo y terminando la bajada se atraviesa la casa en ruinas de la foto que adjunto, que esta junto a la carretera. Pasado este último pueblo empieza la última subida, la que engaña, o por o menos a mi, esa que en el perfil no creí que aparentara lo que es, pero menos mal que iba sobre aviso del día de la quedada. Mientras puedo sigo algo a ritmo ágil en la primera parte hasta que la pendiente me lo impide que empiezo a andar de nuevo. Al poco de empezar ya con los tramos más pendientes veo que se me acercan 2 corredores, entre ellos la primera fémina. Empiezan a amagar con subirse los abductores e isquiotibiales de las 2 piernas pero sigo sin detenerme en la subida, lo hago ayudándome de los arboles e incluso a gatas, es el momento más complicado de la carrera, en el que llegan los pensamientos negativos del tipo quien me manda meterme en estos berenjenales, con lo bien que se hacen carreras más cortas o menos duras… trato de apartar esos pensamiento y pensar en positivo, sé que cuando esta subida termine habrá acabado prácticamente todo. Me superan los 2 corredores, pero culmino la subida sin detenerme por completo, ahora queda bajar hasta el pueblo, lo primero es muy tendido, pero ahí empiezan a amagar con subirse los gemelos en la parte interna, así que pruebo a cambiar la pisada sin bajar mucho el ritmo de carrera, y consigo lograr que los músculos no se me revelen por completo. Llegamos a la última parte de la bajada esta ya sí con más pendiente, pero ya se ve el pueblo y empieza a oír al speaker, todo es más llevadero. Terminada esta un pequeño rodeo por una vía, para evitar cruzar la carretera al acceder al pueblo, solo queda una recta con público animando que te termina de llevar en volandas hasta la meta. 3:10:06. y la gran mayoría de ese tiempo disfrutando.

Pasada la meta llega el párrafo de organización. La señalización ha sido perfecta, los ánimos de voluntarios no han faltado en todo el recorrido, en el avituallamiento final no falta de nada para el corredor, ya se quisiera frío o caliente, líquido o sólido, dulce o salado. En las duchas jabón para el que no lo llevase y un voluntario de cada género encargándose de que la zona de aseos y duchas estuviese limpia permanentemente y los detalles que me dejaré. Por poner una pega, lo poco que conversé en carrera fue después del segundo avituallamiento, el corredor había hecho la RT 70 las 2 ediciones anteriores y me comentó que si las vistas durante el tramo de la RT 30 son bonitas, las del tramo específico de 70 entre hayedos son mejores, y a alguno más también se lo oí. Así que animo a la organización a invertir el sentido de carrera de cara a próximas ediciones.

Mi valoración de la carrera es que ha dejado el listón muy alto, y si a eso añadimos el resultado no puedo estar más contento. Próxima X en el calendario, en poco menos de un mes, La Picón Castro, en Espinosa de los Monteros. Cada carrera es un mundo y por pedir que no sea, que me salga como esta y si no es así espero no sufrir mucho, yo la preparé con las mismas ganas e ilusión que esta.
Al marchar del pueblo, la otra sufridora durante la carrera, aunque esta desde fuera, mi madre, se despidió de una vecina con un "el año que viene nos volvemos a ver", si lo dice mi madre habrá que hacerla caso.

Comentarios